Años atrás había superado una delicada enfermedad, de la que salió victoriosa y este último año de su vida apareció otra, a la que no pudo vencer.
Llegó a Colombia hace tantos años, que perdimos la cuenta. Pero una de sus compañeras de congregación, nos recordó que llegó a Colombia en junio de 1968.
La Hermana Juliana un a mujer de una fortaleza increíble, llena de amor, capaz de hacerlo todo, incansable como nadie. Amorosa, carismática, era una hormiguita, donde el tiempo pareciera que nunca le alcanzaría, para poder cumplir con tantas tareas diarias que le traía su gran misión de evangelizadora acompañada de una labor social sin límites.
Por lo menos en Buenaventura, casi todos la conocimos en todo lado estaba, siempre hablando y siempre funcionando. Hermana Juliana que bella mujer, que grande, que fuerte, tanto carisma en una sola persona, difícil de encontrar.
El cielo está alegre al recibirla como esa hija que cumplió no solo con su misión, sino que trascendió. No solo el barrio Nayita, la extrañará en Buenaventura, también la lloraran en Guapi, en Docordó, en Orpua, Bajo Baudó y otros territorios chocoanos.
El Pacífico colombiano la recordará de muchas formas, pero sobre todo será recordada por su disposición permanente a hacer todo lo que fuera necesario para ayudar a otros.
EN UNA FRASE MI RECONOCIMIENTO:
Entrega sin limites, amor sin fronteras.
Más colombiana, que muchos.
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