Por Maura Nasly Mosquera Mosquera:
Día 2. MANDELA, ICONO DE LA LUCHA ACTIVISTA
Día 2. MANDELA, ICONO DE LA LUCHA ACTIVISTA
RECORDANDO A MANDELA POR 18 DÍAS
#DiaDeNelsonMandela
#Mandela100
Una de las biografías sobre Mandela
anuncia: “El siglo XX dejó dos guerras mundiales, los campos de exterminio y el
terror atómico, pero también grandes campeones de la lucha contra la
injusticia, como Mahatma Gandhi o Martin Luther King. El último y más carismático
de ellos fue Nelson Mandela”.[1]
Como participante del proceso de la
III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la
Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia,[2] estuve
en Durban. Aclaro que fue un proceso
porque Durban fue un punto de llegada pues su realización articula una serie de
eventos, reuniones y movilizaciones previas. La ciudad de Durban es el
principal puerto industrial de Sudáfrica y en el año 2001, fecha en la que
estuve allí, no existía todavía la maravillosa escultura formada por 50
columnas de acero anclados, cada uno entre 6,5 y 9 metros de altura, las cuales
simbolizan la rejas de la prisión en la que Mandela permaneció recluido por más
de 27 años, realizada por el artista Marco Cianfanelli, a 90 kilómetros al sur
de Durban, para conmemorar el 50 aniversario de la captura de Nelson Mandela
por la policía del apartheid.
Al leer las diferentes biografías escritas
sobre Nelson Rolihlahla Mandela, Madiba -en nombre de su clan-, lo describen
siempre como activista. En unas, se le describe como activista político y en
otras, activista y político. En
Wikipedia.org se tiene el concepto de activismo o militancia como la dedicación
intensa a alguna línea de acción en la vida pública, ya sea en el campo social,
como en lo político, ecológico, religioso u otro. También se entiende por
activismo la estimación primordial de la acción, en contraposición al
quietismo.
Fuera de las fronteras sudafricanas,
Mandela se ganó el respeto mundial por su activismo en contra del apartheid, y
por fomentar la reconciliación entre las diferentes razas, por lo que se le ha
valorado como una “autoridad moral” que tenía mucho “afán por la verdad”. Aun
en vida el mito se había desarrollado alrededor de su persona, y era “tan
fuerte, que desvanecía la realidad”, lo que le convirtió en una especie de
“santo secular”.
También es interesante recapitular
que existe una autobiografía “El largo
camino hacia la libertad”, cuya adaptación fue llevada al cine por Justin
Chadwick y estrenada en el 2013, siete días antes de la muerte de Nelson
Mandela. La traducción del título en España de esta cinta ha sido: Mandela: Del mito al hombre, obviando
una vez más el original. Aunque esta vez el ‘nuevo sobrenombre’ aporta mucho
más a la reflexión sobre la película y sobre el personaje. La película es un
retrato íntimo y poderoso que muestra la vida de Mandela desde su niñez hasta
la transformación en el líder pacifista, capaz de enseñar a perdonar con el fin
de construir colectivamente una Sudáfrica libre, dejando atrás el odio producto
del apartheid. Según la reseña que hace Alberto Pascual Pérez, la cinta se
atreve a introducir dos de las facetas más polémicas para el gran público de la
vida de Madiba. Por un lado, su aspecto mujeriego, y por otro, el uso de la
violencia como instrumento de lucha política. Y son estas dos dimensiones las
que aportan un atisbo de riesgo narrativo y frescura a la personalidad del
retratado. Cuando la vida que escrutamos, ávidos de conocimiento o por
curiosidad, es la de aquellos que buscan un mundo mejor, nuestra indagación se
puede topar con trazos de absolutismo. Frecuentemente, nos olvidamos de los
conceptos físicos del espacio y del tiempo, incluso de otra variable aún más
importante: la humanidad del personaje.
Tal como lo expresó Marco
Cianfanelli[3]:
“Apunta a una ironía, que el acto político del encarcelamiento de Mandela
cimentó su estatus como icono de la lucha, lo que ayudó a fermentar la oleada
de resistencia, solidaridad y levantamiento, para lograr el cambio político y
la democracia.”
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