Por Aroldo Amaya.
Hoy Colombia, sino es un país
mejor, debemos convenir en que hemos avanzado y es por lo menos uno diferente, así
lo nieguen los mercaderes de la guerra, aquellos que desde sus escritorios de
la fría Bogotá y desde sus esplendidos palacetes y fincas, quieren que la orgia
de sangre continúe, pero entre Colombianos de las clases populares, porque sus
hijos si tienen el sagrado derecho de jugar en su niñez, enamorarse en la
adolescencia, estudiar, casarse, tener hijos y reproducir estas condiciones infames
que nos obligan a vivir, los hijos de los pobres están destinados por la divina
providencia a morir en la guerra.
Estos miserables que hoy
se oponen a la paz, son los mismos que atentaron contra la vida del Libertador Simón
Bolívar en aquella noche trágica que la providencia nos salvó del horrible parricidio,
los que asesinaron al gran mariscal de Ayacucho, aquellos infames que el 20 de
julio de 1810 juraron lealtad al monarca de la potencia Ibérica, y que hoy se rinden
como vasallos a los pies de la potencia
del Norte.
Por cuenta de la paz
suscrita con las Farc EP., hoy en Colombia existen más de 40 mil hectáreas
libres de minas quiebra patas, en el hospital militar de Bogotá solo hay un
militar internado como consecuencia de heridas en combate, reduciéndose los
homicidios violentos a su mínima expresión, y por primera vez los exguerrilleros
del grupo armado más antiguo del hemisferio occidental, hacen uso del sagrado derecho al voto democrático,
dejando de una vez por todas, todas las formas de lucha.
En este orden de ideas, hoy
más que nunca, tenemos la obligación ciudadana de defender la paz, y el Estado
la obligación Constitucional de buscarla y preservarla, es un momento histórico
crucial para el futura de la Patria, para construir una Colombia mejor,
incluyente, participativa y democrática, donde nuestros nietos recuperen el
derecho a reír y no mueran de inanición ante la mirada indolente de toda la nación,
que exprofeso se preocupa más por la crisis Venezolana, como si aquí viviéramos
en el paraíso terrenal. Por primera vez los jóvenes que son el futuro de la
patria acudieron a votar libremente,
reduciendo la abstención a porcentajes razonables.
Ustedes jóvenes, que
constituyen la nada despreciables suma de 15 o más millones de ciudadanos aptos
para votar, están en la obligación de cambiar este país derrotando de una vez
por todas a los corruptos, que por su cuenta como siempre lo han hecho se alinearon
esta vez, al lado del amo del Ubérrimo, Belisario
un viejo corrupto que por lo menos tuvo la decencia de retirarse de la política,
luego de la vergüenza de Armero y Palacio de Justicia para aparecer borrando
con el codo ese atisbo de dignidad, alineándose al lado de Uribe, Gaviria que
entrego el país a las grandes trasnacionales cumpliendo a cabalidad el Consenso
de Washington, Pastrana un cañengo que nos dejó el papa quien usufructuó el gran fraude electoral
de 1974 y Uribe el simplemente innombrable.
Es ahora o nunca, porque
esta oligarquía hábil, se reinventará ante la amenaza de un despertar popular,
y tirara migajas de la mesa nacional de
la mermelada; para tranquilizarnos y nos tocará esperar otros doscientos años
para estar tan cerca como ahora de conquistar el poder, por eso entiendo a Fajardo
un farsante esquirol, que no cabe en su
propio ego, que piensa que si no es el, no es otro, pero Robledo, sí que es un
mezquino, que diferencia es tan grande con Petro que no se pueda conciliar para
unificar a la izquierda Colombiana y brindarle al pueblo la posibilidad de un
gobierno alternativo, aquel que se frustró con los asesinatos de Uribe el
bueno, con el de Álvaro Gómez Hurtado evolucionado, si se quiere con el de Galán.
Usted Robledo por más explicaciones que quiera dar, pasará a la historia como un
infame más. Grande Navarro Wolf futuro Alcalde del Distrito de Santa Fe de Bogotá.
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